Existen momentos donde nos encontramos rodeados de varias personas o estamos en una reunión importante y nos da ganas de estornudar, y por ‘educación’ evitamos hacerlo, sin imaginar que es es perjudicial para nuestra salud. 

Al aguantar un estornudo evitamos que nuestro cuerpo expulse de nuestra cavidad respiratoria las bacterias u otras micropartículas que pueden ser peligrosas, pero además, la presión que se genera al contener ese aire que iba a salir y que estamos reteniendo, puede enviarlos a nuestras mucosas o a los oídos, facilitando que se genere una infección.